A partir de la pandemia millones de trabajadores, en México, tuvieron que quedarse en sus casas, hacer teletrabajo o bien afrontar consecuencias de la crisis como disminuciones de sueldo o despidos desde finales de marzo de 2020, cuando se estableció como una emergencia sanitaria la epidemia de la COVID-19. Las consecuencias se sintieron a partir del mes de abril y el shock sobre la actividad económica mexicana afectó un mercado laboral ya debilitado por brechas en materia de acceso y calidad del empleo. En los primeros meses de la pandemia se observó una salida masiva de personas de la fuerza laboral y la pérdida de millones de empleos formales e informales.
El trabajo no solo es un medio que aporta estabilidad económica, también es un estímulo emocional. Una situación de desempleo de larga duración puede afectar incluso a otros planos, por ejemplo,las relaciones sentimentales o familiares. La pregunta es clara ¿Cómo potenciar el optimismo en una situación de desempleo?
Aquí algunas claves:
Vivir las emociones.
Encontrarse sin el entorno de siempre, el grupo de referencia, los amigos y la fuente de ingresos, puede causar rabia, miedo, incertidumbre, incluso alivio, alegría y entusiasmo, es necesario aceptarlo. Es posible el paso por la denominada “montaña rusa emocional”, donde una amplia gama de emociones se presentan. No es recomendable preocuparse, es parte del duelo, de la pérdida que irá pasando en la medida que se vivan las emociones. Es terapéutico exteriorizar dichos sentimientos y no reprimirlos.
Planeación.
Debe elaborarse un plan de acción de búsqueda activa de empleo con el objetivo de alcanzar las metas. La búsqueda de trabajo es un trabajo en sí mismo.
No debemos preocuparnos sino ocuparnos.
Esto implica definir claramente el perfil profesional de acuerdo a la trayectoria; establecer objetivos, preparar el currículum y comenzar a utilizar todas las vías para conocer de vacantes, fomentar las reuniones de redes de contacto y prepararse para dar una buena entrevista de trabajo.
Potenciar los hábitos.
La falta de trabajo no debe ser sinónimo de una rutina carente de horarios habituales. La práctica del ejercicio no solo es positiva para tener el cuerpo en forma, sino también, refuerza la higiene mental gracias a las dosis de vitalidad que aporta un estilo de vida activo.
Limitar el tiempo frente a la pequeña pantalla.
Leer libros con más frecuencia y escuchar música de manera habitual. Son estímulos potenciadores del bienestar.
Ejercita tu mente.
Realizar ejercicios de visualización que ayuden a conectar con situaciones felices que se desean vivir.
Disfrutar.
En ocasiones se podrá contar con un tiempo muy especial, dado que, según cada caso, podría disponerse de un respaldo económico derivado de la indemnización. Entonces se puede aprovechar para viajar, tomar cursos o cualquier otra actividad. Si no es el caso y no se cuenta con ninguna de estas dos opciones, se puede aprovechar de disfrutar y visitar a la familia, jugar con los hijos, dormir alguna siesta, o cualquier actividad que la falta de tiempo nunca permitió. Lo importante será siempre equilibrar la vida con optimismo.