La disciplina positiva es una hermosa filosofía de vida que nos acompaña en nuestro papel de padres y educadores para construir una relación saludable con nuestros hijos o estudiantes, y les ayuda a desarrollarse de forma positiva.
Su objetivo es educar a los jóvenes teniendo en cuenta una sana autoestima, confianza apropiada en sus capacidades y las aptitudes para actuar conforme a sus propios intereses y valores, así como ayudarlos a desarrollar habilidades en la toma de decisiones, a tener autocontrol y ser responsables de su propio comportamiento.
Algunas herramientas empleadas en la disciplina positiva son:
- Respeto mutuo. Modelar la firmeza de los adultos al respetarse ellos mismos, las necesidades de la situación y la amabilidad al respetar las necesidades del niño.
- Identificar de la creencia detrás del comportamiento. Una disciplina efectiva reconoce las razones que hacen actuar a los adolescentes de cierta manera y trabaja para cambiar esa creencia, en lugar de intentar cambiar solamente el comportamiento.
- Comunicación efectiva y habilidades para resolver problemas.
- Disciplina que enseñe. Evitar ser permisivos o punitivos.
- Enfocarse en soluciones en lugar de castigos.
- Alentadora. No se trata de alabar, al alentar se toma en cuenta el esfuerzo y la mejoría.
La disciplina positiva es una excelente oportunidad para replantear conductas que hemos aceptado sin cuestionar; enseña a los adultos a utilizar la amabilidad y la firmeza al mismo tiempo para mejorar sustancialmente su relación con el adolescente. Es fundamental entender que ellos se conducirán bien si se sienten bien.
Siempre es posible educar a nuestros hijos sin convertirnos en el enemigo, para eso está la disciplina positiva.