Nos han dicho, hasta el hartazgo, que es altamente probable que este virus, debido a sus mutaciones, haya llegado para quedarse. Si así es, ¿por qué no luchar para que todos esos hábitos positivos que transformaron nuestras vidas debido a la pandemia y al confinamiento, también se queden?
Los expertos califican a este tipo de enfermedades como “endémicas” porque resisten persistentemente los esfuerzos humanos por acabar con ellas. Actuemos de la misma forma que los virus, llevemos los hábitos, valores y enseñanzas aprendidas, a un nivel endémico y no regresemos a esa normalidad en donde la humanidad alteró a tal grado los hábitats del mundo, llevándonos a una desgracia sanitaria, social y económica.
Demos vuelta a la página, lo vivido antes de la pandemia ya no debe de regresar, ya no debe de ser normal. La pandemia fue una bofetada a la conducta inconsciente del ser humano. Lo mínimo a esperar es una reacción social que, de manera contundente, dirija todos sus esfuerzos hacia un mundo en donde el objetivo fundamental sea erradicar la pobreza, invertir en sanidad, educación, ciencia e investigación.
A nivel individual, hagamos de la solidaridad con los más necesitados, un estilo de vida. Respetemos las restricciones sociales por convencimiento propio, cultivemos la paciencia y la resiliencia, considerando estas como el mejor camino para alcanzar la inteligencia emocional; no dejemos de aprender, la educación es responsabilidad de todos.
Finalmente, la higiene corporal ya la entendimos a fuerza de golpes. Incorporemos en nuestras vidas la higiene mental como un valor supremo, vivamos en armonía con el mundo y con aquellos que más queremos.