Durante los últimos 15 meses los videojuegos se convirtieron en un refugio para niños y jóvenes que, al no tener los espacios habituales de convivencia, migraron a lo virtual para asegurar la socialización con sus amigos y conocidos.
Como padres de familia debemos tomar en cuenta un aspecto fundamental al adquirir videojuegos para nuestros hijos: la clasificación, que se determina a través de las letras que se muestran en las etiquetas y publicidad de los productos y que vale mucho la pena comprender, antes de adquirir.
Clasificación “A”
Contenido para todo público. Apto para todas las edades. Puede que contenga una cantidad mínima de violencia a través de personajes de caricatura, de fantasía o uso poco frecuente de lenguaje soez moderado.
Clasificación “B”
Contenido para adolescentes a partir de 12 años. Existen elementos que muestran violencia ocasional hacia personajes fantásticos. Pueden contener violencia de fantasía, de caricatura, y animaciones de sangre. Lenguaje moderado. Temas insinuantes moderados y travesuras cómicas.
Clasificación “B15”
Contenido para mayores de 15 años. Pueden contener violencia, temas insinuantes, humor vulgar, mínima cantidad de sangre, apuestas simuladas, uso poco frecuente de lenguaje fuerte y referencias a alcohol, tabaco, drogas o desnudez parcial.
Clasificación “C”
Contenido no apto para personas menores de 18 años. Pueden contener violencia intensa, derramamiento de sangre, contenido sexual o lenguaje fuerte. La adquisición por parte del consumidor de estos videojuegos se hará únicamente contando con una identificación oficial que compruebe la mayoría de edad.
Clasificación “D”
Contenido extremo y adulto. Pueden incluir escenas prolongadas de violencia intensa, contenido sexual gráfico o apuestas con moneda real. Su adquisición se hará únicamente contando con una identificación oficial que compruebe la mayoría de edad.